Encefalitis letargica: Oliver Sacks
No se por qué, pero esta mañana cuando me he despertado, he recordado la película estadounidense Awakenings (Despertares), creada y dirigida en 1900 por Penny Marshall.
Entre 1917 y 1928 se produjo una extraña epidemia que acabó con millones de personas y sumió en un letargo de por vida a aquellos que consiguieron sobreponerse a la enfermedad.
Bajo el nombre de encefalitis letárgica e identificada en 1917 por primera vez por el médico austriaco Constantin Von Economo, fue diagnosticada a principios del s. XXI como una mutación de una bacteria común, el streptococcus, que en estado normal causa infecciones en el tracto respiratorio, boca, intestino y en ciertas zonas de la piel.
Un tercio de los afectados murió, otro tercio se recuperó sin mayores consecuencias y la tercera parte que nos ocupa quedó condenada a una existencia de apatía e inmovilidad producida por el daño de esta bacteria en la parte del cerebro que regula el movimiento, de manera que los enfermos caían en un estado de aletargamiento crónico.
La encefalitis letárgica se caracteriza, en su estado más leve, por su elevada fiebre, dolor de cabeza y de garganta, visión doble respuestas físicas y mentales retardadas, inversión del sueño, catatonia, y fatiga. En casos agudos, los pacientes pueden entrar en un estado comatoso (mutismo y akinesia) y experimentar movimientos oculares anormales, parkinsonismo, debilidad en la parte superior del cuerpo, dolor muscular, temblores, rigidez de cuello y cambios conductuales, incluyendo la psicosis.
En 1969, Oliver Sacks, neurólogo londinense nacido en 1933, convencido de que esta enfermedad se trataba del mal de Parkinson agravado, comenzó a suministrar a los pacientes aquejados de encefalitis letárgica un fármaco experimental denominado L - dopa y consiguió resultados asombrosos: los pacientes no solo despertaron, sino que se descubrió que todas sus facultades se habían mentido intactas aún con el paso de los años.
Aunque cada paciente reaccionaba según su naturaleza a la administración del fármaco, por desgracia, la L - dopa no los curó y con el tiempo fueron cayendo uno a uno de nuevo en la catatonia de la que habían salido meses antes. Se dieron también efectos secundarios como hiperexcitación en sus movimientos y conductas exageradas y ninguno de ellos logró una recuperación completa.
La película Despertares, extraída de la autobiografía de este neurólogo, relata la fabulosa mejoría de un grupo de enfermos crónicos de encefalitis letárgica, abandonados y confinados en un hospital de la ciudad de Nueva York, al serles suministrado éste fármaco experimental, y las sensaciones de los pacientes al descubrir que habían pasado dormidos más de 40 años y saberse solos en el mundo.
Entre 1917 y 1928 se produjo una extraña epidemia que acabó con millones de personas y sumió en un letargo de por vida a aquellos que consiguieron sobreponerse a la enfermedad.
Bajo el nombre de encefalitis letárgica e identificada en 1917 por primera vez por el médico austriaco Constantin Von Economo, fue diagnosticada a principios del s. XXI como una mutación de una bacteria común, el streptococcus, que en estado normal causa infecciones en el tracto respiratorio, boca, intestino y en ciertas zonas de la piel.
Un tercio de los afectados murió, otro tercio se recuperó sin mayores consecuencias y la tercera parte que nos ocupa quedó condenada a una existencia de apatía e inmovilidad producida por el daño de esta bacteria en la parte del cerebro que regula el movimiento, de manera que los enfermos caían en un estado de aletargamiento crónico.
La encefalitis letárgica se caracteriza, en su estado más leve, por su elevada fiebre, dolor de cabeza y de garganta, visión doble respuestas físicas y mentales retardadas, inversión del sueño, catatonia, y fatiga. En casos agudos, los pacientes pueden entrar en un estado comatoso (mutismo y akinesia) y experimentar movimientos oculares anormales, parkinsonismo, debilidad en la parte superior del cuerpo, dolor muscular, temblores, rigidez de cuello y cambios conductuales, incluyendo la psicosis.
En 1969, Oliver Sacks, neurólogo londinense nacido en 1933, convencido de que esta enfermedad se trataba del mal de Parkinson agravado, comenzó a suministrar a los pacientes aquejados de encefalitis letárgica un fármaco experimental denominado L - dopa y consiguió resultados asombrosos: los pacientes no solo despertaron, sino que se descubrió que todas sus facultades se habían mentido intactas aún con el paso de los años.
Aunque cada paciente reaccionaba según su naturaleza a la administración del fármaco, por desgracia, la L - dopa no los curó y con el tiempo fueron cayendo uno a uno de nuevo en la catatonia de la que habían salido meses antes. Se dieron también efectos secundarios como hiperexcitación en sus movimientos y conductas exageradas y ninguno de ellos logró una recuperación completa.
La película Despertares, extraída de la autobiografía de este neurólogo, relata la fabulosa mejoría de un grupo de enfermos crónicos de encefalitis letárgica, abandonados y confinados en un hospital de la ciudad de Nueva York, al serles suministrado éste fármaco experimental, y las sensaciones de los pacientes al descubrir que habían pasado dormidos más de 40 años y saberse solos en el mundo.