¡¡¡¡¡¡¡Da de comer al hamster!!!!!!

sábado, 20 de febrero de 2010

La encefalitis letárgica


Encefalitis letargica: Oliver Sacks

No se por qué, pero esta mañana cuando me he despertado, he recordado la película estadounidense Awakenings (Despertares), creada y dirigida en 1900 por Penny Marshall.
Entre 1917 y 1928 se produjo una extraña epidemia que acabó con millones de personas y sumió en un letargo de por vida a aquellos que consiguieron sobreponerse a la enfermedad.
Bajo el nombre de encefalitis letárgica e identificada en 1917 por primera vez por el médico austriaco Constantin Von Economo, fue diagnosticada a principios del s. XXI como una mutación de una bacteria común, el streptococcus, que en estado normal causa infecciones en el tracto respiratorio, boca, intestino y en ciertas zonas de la piel.
Un tercio de los afectados murió, otro tercio se recuperó sin mayores consecuencias y la tercera parte que nos ocupa quedó condenada a una existencia de apatía e inmovilidad producida por el daño de esta bacteria en la parte del cerebro que regula el movimiento, de manera que los enfermos caían en un estado de aletargamiento crónico.
La encefalitis letárgica se caracteriza, en su estado más leve, por su elevada fiebre, dolor de cabeza y de garganta, visión doble respuestas físicas y mentales retardadas, inversión del sueño, catatonia, y fatiga. En casos agudos, los pacientes pueden entrar en un estado comatoso (mutismo y akinesia) y experimentar movimientos oculares anormales, parkinsonismo, debilidad en la parte superior del cuerpo, dolor muscular, temblores, rigidez de cuello y cambios conductuales, incluyendo la psicosis.
En 1969, Oliver Sacks, neurólogo londinense nacido en 1933, convencido de que esta enfermedad se trataba del mal de Parkinson agravado, comenzó a suministrar a los pacientes aquejados de encefalitis letárgica un fármaco experimental denominado L - dopa y consiguió resultados asombrosos: los pacientes no solo despertaron, sino que se descubrió que todas sus facultades se habían mentido intactas aún con el paso de los años.
Aunque cada paciente reaccionaba según su naturaleza a la administración del fármaco, por desgracia, la L - dopa no los curó y con el tiempo fueron cayendo uno a uno de nuevo en la catatonia de la que habían salido meses antes. Se dieron también efectos secundarios como hiperexcitación en sus movimientos y conductas exageradas y ninguno de ellos logró una recuperación completa.
La película Despertares, extraída de la autobiografía de este neurólogo, relata la fabulosa mejoría de un grupo de enfermos crónicos de encefalitis letárgica, abandonados y confinados en un hospital de la ciudad de Nueva York, al serles suministrado éste fármaco experimental, y las sensaciones de los pacientes al descubrir que habían pasado dormidos más de 40 años y saberse solos en el mundo.

martes, 9 de febrero de 2010

La fotografía post mortem

"La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente."
- François Mauriac -

Lo que para nosotros en la actualidad se convierte en algo tan sumamente cotidiano como tomarnos una foto era, hace algunos años, algo excepcionalmente inusual para las familias humildes de la época, aunque poco a poco se fue convirtiendo en un proceso mucho más común y más accesible para el bolsillo de todos.
Por esto, muchas fueron las personas que de
saparecieron de este mundo sin haber dejado constancia gráfica de su paso por él y fue también por esto por lo que, alrededor de 1839, y gracias al francés Louis J. M. Daguerre con la invención del daguerrotipo, surgió una curiosa corriente gráfica: la fotografía post mortem, que coincidió a su vez con la aparición médica de la anestesia.
Al principio, los cuerpos muertos se retrataban como si estuvieran dormidos, lo que les otorgaba una imagen de naturalidad
al tiempo que se simbolizaba el «descanso eterno» del fallecido. Con expresión relajada, los retratados eran fotografiados poniendo especial cuidado en el conjunto total de la toma en donde se enfatiza, en un decorado ausente de ornamentación, sobre el rostro sereno del difunto, creando una instantánea agradable en donde no se turbase al observador.
También era muy común representarlos de manera que pareciese que su descanso se trataba tan solo de un reposo breve
, como en las imágenes que aparecen a continuación.


En alguna ocasión también se fotografió a los cuerpos en actitudes que estaban entre la simulación de la vida cotidiana y el sueño, aunque, personalmente, no me parecen las más adecuadas debido al aspecto inquietante que presentan.

Pero también hubo quien prefería disponer el cuerpo de tal manera que simularan estar realizando algún acto cotidiano, colocando al difunto sentado con las piernas cruzadas o tumbados cómodamente sobre un diván, e incluso en pie, sujetándole con un soporte colocado estratégicamente detrás para evitar que se viese. Este proceso incluía abrir los ojos del difunto, que se hacía con una cucharilla de café y resituar correctamente el ojo en la cuenca.


Muchos de los fotógrafos que se unieron a esta moda se convirtieron en auténticos expertos, llegando a obtener resultados asombrosos como muestra esta instantánea en la que aparece retratado un bebé al que, probablemente, se le retocaron los ojos a posteriori para cargar de fuerza y expresividad la cara, y en el que el único signo de fallecimiento se aprecia en la mirada perdida del niño, bastante impropia en los infantes de tan corta edad, y en la falta de expresividad del rostro.

Aunque también nos podemos topar con imágenes tan impactantes y desagradables como en las siguientes: en esta el aspecto que presenta el niño es completamente artificial aunque se le halla aplicado un base de color en los pómulos y en la siguiente se esperó demasiado tiempo para realizarle la toma y los primeros síntomas de descomposición comienzan a apreciarse en el rostro del fallecido.

En general, las fotografías podían tomarse en picado o en contrapicado, pero era mucho más común disponer la maquina a la altura del rostro del retratado, enfatizándole y privando al espacio de cualquier tipo de adorno. Aunque también surgieron variantes en este campo, en donde se introducían flores o algún tipo de ornamentación, como las coronas de difuntos, aún vigente en la actualidad.

O la realización de tomas en los momentos previos al depósito del cuerpo en el ataúd o ya depositados en su interior, durante los velatorios o los funerales, proceso muy rutinario hasta los años 30 del s. XX.


Tampoco era en absoluto extraño que los familiares posasen junto a sus muertos, especialmente los padres y hermanos de los pequeños difuntos. Se intentaba de esta manera aportar un toque más de naturalidad a las imágenes y, de paso, mostrar las relaciones de las criaturas con sus progenitores, aunque resulta especialmente llamativo comprobar la aparente entereza de los adultos, que siempre se muestran perfectamente tranquilos e incluso en algunos casos sonrientes. Hay que tener en cuenta la gran mortalidad infantil que existía en la época, donde la mayoría de las familias tenían al menos ocho o diez hijos de los cuales solían fallecer la mitad.


El final de
la fotografía post mortem llegó con la popularización general de las cámaras fotográficas, a mediados del s. XX, aunque en la actualidad sigue practicándose en ocasiones muy concretas y para retratar a personas muy importantes o famosas, como fue el caso de Francisco Franco a su muerte o, el caso más actual, Michael Jackson.

martes, 26 de enero de 2010

Canis Lupus

“[-]Piye tomó Hermópolis al rey enemigo Nemrot, y avanzó hacia las cuadras de los caballos y los aposentos de los potros. Cuando vio que habían sufrido hambre dijo: “Juro, como Ra me ama y como mis narices se han renovado de vida, que es más grave a mi corazón que los caballos hallan sufrido hambre que cualquier otra mala obra que tú (Nemrot) hallas cometido”.

El amor de los egipcios por sus mascotas y por todos los animales en general les llevaba a momificar sus cuerpos con los honores dignos de un rey.
Y la mejor prueba de ello es este cánido de caza, encontrado en la tumba KV50 del Valle de los Reyes, perteneciente con toda probabilidad a un faraón de los tiempos de Horemheb.

Fue despojado de sus vendajes por saqueadores, pero ello no ha influido para que se mantenga en tan excelente estado de conservación.
Así relata su hallazgo el descubridor de sus restos:
“Descendí por el pozo y entré en la cámara, la cual reveló una temperatura extremadamente alta y un techo demasiado bajo. Me asusté cuando ví cerca de mí un perro amarillo de tamaño natural levantado sobre sus patas, con su corta cola ondulada detrás y sus ojos abiertos. A pocos centímetros enfrente de él había un mono sentado, en perfectas condiciones; durante un momento pensé que estaban vivos, pero en seguida observé que habían sido momificados y que los antiguos saqueadores los habían despojado de sus vendajes. Evidentemente habían sentado al mono sobre un fragmento de su sarcófago de madera y habían colocado al perro frente a él, casi tocándose con los hocicos. Creo que los ladrones los colocaron así para divertirse [-]”.

De 17 centímetros de alto y 56 de largo, el can fue enterrado a su muerte junto con un babuino (que se preserva también de manera fascinante), y momificado para conservar su cuerpo en la Otra Vida.

lunes, 25 de enero de 2010

Erwin Olaf (1959)

Erwin Olaf nació en 1959 en Hilversum, Holanda, y vive y trabaja en Amsterdam desde comienzos de los años 80, teniendo su estudio y lugar de trabajo en una antigua iglesia.
Reconocidísima su labor como fotógrafo publicitario y de estudio, sus principios fueron en blanco y negro y posteriormente fue introduciéndose de manera paulatina en el color y, a continuación, en la manipulación digital.
Especialista en crear atmósferas, sus temas
, polémicos y controvertidos, levantan pasiones: el sexo, la violencia, el deseo o el abuso consumista son puntos clave en sus obras en donde destapa sin tapujos los tabúes que la sociedad acostumbra a ocultar y enmascarar.
Retratos desvergonzados, desnudos de intenso simbolismo y eroticidad e imágenes violentas no siempre exentas de controversia, le
convierten en uno de los artistas más reclamados por el toque diferente y crudo con el que sazona sus trabajos.

Paradise Portraits

Royal Blood: Lady Di

Mature

New York Times Coutur: Valentino

sábado, 23 de enero de 2010

RaIn


A Qué SaBe La LLuVIA??

jueves, 14 de enero de 2010

JOSEPH CAREY MERRICK (5 de Agosto 1862 - 11 de Abril 1890)...................1ª parte

“Es cierto que mi forma es muy extraña,
pero culparme por ello es culpar Dios;
si yo pudiese crearme a mí mismo de nuevo
procuraría no fallar en complacerte.
Si yo pudiese alcanzar de polo a polo
o abarcar el océano con mis brazos,
pediría que se me midiese por mi alma,
porque la verdadera medida del hombre
es su mente”.

Joseph Carey Merrick nació en Leicester, Inglaterra, el 5 de Agosto de 1862 y falleció en Londres el 11 de Abril de 1890.
Conocido como “el hombre elefante” se hizo famoso debido a las terribles malformaciones que padecía desde los dieciocho meses de edad.
Diagnosticado en la actualidad de una variante severa del Síndrome de Proteus, tuvo que pasar gran parte de su vida enrolado en el mundo de la farándula del que solo se pudo librar en sus últimos años de vida.
Los síntomas comenzaron a hacerse evidentes a partir de los cuatro o cinco años, momento en el cual empezaron a formarse bultos en su cuerpo y los huesos del cráneo y extremidades comenzaron a crecer de forma anómala.
De familia humilde, Joseph tuvo una infancia relativamente feliz junto a Mary Jane, su madre, una mujer de campo que colaboraba dando clases dominicales a los niños que no podían asistir a la escuela durante la semana porque tenían que trabajar.
Escolarizado a petición de ella, pasaba el tiempo pegado a su progenitora y desarrolló un auténtico síndrome de dependencia hacia ella.
Él mismo citó que el peor día de su vida fue aquél en el que su madre fallecía de una bronconeumonía en 1873 y fue despojado de golpe de su amor incondicional y de su cariño.
Su padre, que se había ganado la vida como cochero y había regentado una pequeña mercería junto con su difunta esposa en 1870, contrajo segundas nupcias con una viuda con dos hijos, recrudeciéndose así el calvario de Joseph: su madrastra y hermanastros no le aceptaron y, además de las vejaciones continuas que le propinaban e ignorando todas las dificultades que le ocasionaban sus deformidades, le exigieron que trabajase y que ganase dinero para contribuir al sustento de la familia, argumentando que se escudaba en sus malformaciones para no tener que emplearse y hacer el vago todo el día.
Debido a las continuas humillaciones, se escapó varias veces de casa a la que sólo regresaba con la promesa del padre (siempre incumplida) de que le tratarían mejor.
Su primer empleo lo consiguió gracias a la colaboración de su tío Charles Merrick, hermano pequeño de su padre, en una fábrica de puros. En ella se mantuvo dos años hasta que su gigantesca y deformadísima mano derecha le impidió seguir liando hojas y le despidieron.
Posteriormente, su padre le consiguió una licencia de vendedor ambulante pero su labor fue un completo fracaso: Joseph, en plena adolescencia y con un tumor que empezaba a crecerle de manera exorbitada justo encima de la boca, padecía ya unas dolencias que iban más allá de lo normal y su aspecto era francamente impactante. A consecuencia de ello, la gente no le abría la puerta de su casa o no adquirían ningún artículo expuesto abduciendo que no le entendían.
Harto de los insultos y los gritos de los que era víctima, así como del trato recibido en su hogar, cargó su carrito con las pocas pertenencias de las que era dueño y se marchó de casa.
Tenía 15 años.

JOSEPH CAREY MERRICK (5 de Agosto 1862 - 11 de Abril 1890)...................2ª parte

Con la poca mercancía que se había llevado, pasaba el día de puerta en puerta intentando hacer alguna venta y por las noches dormía en las calles hasta que su tío, alertado por los vecinos, salió a buscarle y lo acogió en su casa durante dos años. Fallecido en 1925, testimonió el maltrato que recibió Joseph por parte de su madrastra y el abandono de su padre, hecho que propició unas relaciones excepcionalmente tensas entre los dos hermanos.
Años después, en una autobiografía, Joseph Merrick reprocharía a su padre que nunca le hubiese querido como a un hijo y recordaría a sus tíos paternos con un cariño muy especial.
En 1879, y tras una queja formal del gremio
de vendedores ambulantes alegando que Joseph daba mala imagen al sector, su licencia no fue renovada e ingresó, a pesar de las reticencias y las negativas de sus tíos, que esperaban un bebé, en la Leicester Union WorkHouse. A pesar de las condiciones durísimas de trabajo de la WorkHouse, resistió doce semanas. Salió, pero sólo por dos días: cuando se dio cuenta de que una persona como él nunca encontraría un trabajo normal tuvo que regresar, y permaneció allí durante cuatro años.
Fue durante ese cuarto año cuando se dio o
rigen al mote que le acompañaría hasta el fin de sus días: la protuberancia en forma de trompa de elefante que le crecía en la cara ya le impedía comer y hablar de forma medianamente legible, así que los responsables de la WorkHouse creyeron conveniente llevarle a la Leicester Infirmary para que le operaran y para deshacerse de él, dado que un trabajador que no podía sacar adelante el jornal, no era bien recibido en el centro.
Le quitaron medio kilo de tejido, lo que le ayudó a comer mejor y a vocalizar de manera más legible, y durante su período de reposo comenzó a pensar en cómo podría ganarse la vida: exhibirse en las ferias
era la única salida para él y, aunque esta opción no le agradaba para nada, sabía que no podría hacer otra cosa, así que le escribió una carta a Sam Torr, un conocido promotor de ferias, exponiéndole su caso y explicándole que estaría interesado en trabajar para él.
De esta manera, comenzó su andadura por Inglaterra.

Después pasó a manos de Tom Norman y llegó a Londres en 1884, donde fue exhibido frente al London Hospital durante unas semanas.
Fue allí donde conoció al doctor Fredderick Treves, quien se sintió profundamente impactado por la apariencia que presentaba Joseph durante aquellos años. Solicitó a Tom Norman que le dejase hacerle un reconocimiento médico y les facilitó una tarjeta con la que podría pasar a verle sin cita previa y que les excluiría de preguntas incómodas.
Norman llevó a Joseph discretamente al hospital y allí Treves le tuvo varios días haciéndole pruebas y reconocimientos, y lo presentó a la comunidad científica del hospital y de otros centros médicos.
Cuando estuvieron seguros de que su dolencia era crónica e incurable, le desahuciaron del hospital y continuó exhibiéndose hasta casi la primavera de 1885, momento en el cual fue clausurada por considerarla “indecente”. Debido a esto, Joseph ya no podía trabajar más en Inglaterra así que Norman le buscó un promotor italiano que le llevase al continente llamado Ferrary. Aunque nunca se fió mucho de él, Norman le dio las 50 libras que Joseph había ganado durante aquellos años y Ferrary y Merrick se embarcaron rumbo a Bélgica en Junio de 1886.